Esta es la carta que los familiares de los presos políticos acaban de entregar al Excelentísimo Señor Nuncio Apostólico, Arzobispo Aldo Giordano, solicitando la intercesión de Su Santidad el Papa Francisco por los presos Políticos.
Arzobispo
Aldo Giordano
Nuncio Apostólico de la Santa Sede
Presente
Excelentísimo Señor:
No podemos empezar la presente sin solicitar su bendición y especialmente pedirle transmita a Su Santidad Francisco, Sucesor de Pedro, pero también nuestro Papa latinoamericano, nuestra solicitud por su bendición y sus oraciones para este país y esta América convulsionada, la cual sabemos que está desde siempre en sus oraciones de la misma manera como él, nuestro amigo, está en las nuestras.
En este momento nuestro país se encuentra convulsionado al extremo y fracturado, un pueblo de dios que necesita sus palabras y sus oraciones, además de su apoyo como hombre de Dios, pero también como hombre conocedor de nuestra realidad.
Este país necesita una reconciliación, porque los dos bandos que hay, son dos bandos de venezolanos, son dos bandos de cristianos, que juran lealtad a la misma bandera y que oran y llaman padre al mismo Dios.
El pueblo venezolano en una notable mayoría votó en diciembre pasado por una opción política que ofrecía como principal promesa de campaña, la amnistía de los presos y perseguidos por pensar distinto, como primer paso para la reconciliación nacional. Todos ellos han sido reconocidos por organizaciones altamente respetables como Humans Right Watch y Amnistía Internacional como “presos de conciencia”.
Ya la nueva Asamblea Nacional cumplió con lo ofrecido, con lo que la inmensa mayoría de los venezolanos votó. La “Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional” está aprobada, pero el Presidente de la República, apoyado por una ínfima minoría de la Asamblea Nacional, amenaza todos los días que tiene la oportunidad, con negarle el ejecútese. No contento con ello, amenaza también con hacer que el Tribunal Supremo de Justicia la declare inconstitucional, ese mismo tribunal cuya legitimidad ha quedado en entredicho desde la ilegal e ilegítima elección (y autoeleción) de magistrados de diciembre pasado. Esto lo pretende pese a que los más eminentes juristas del país, los Colegios de Abogados y las Facultades de Derecho de las Universidades Venezolanas le han dado su apoyo, garantizando que no tiene ningún viso de inconstitucionalidad.
Esta ley específicamente excluye a los reos de delitos de lesa humanidad, torturas y asesinatos, los crímenes que bien podrían ser juzgados por la Corte Penal Internacional de La Haya. Se acusa permanentemente a los presos de conciencia de ser los responsables de 43 muertes ocurridas durante las protestas del año 2014, comúnmente conocidas como “guarimbas”, pese a que ninguno de los beneficiarios de la amnistía ha sido imputado, acusado o condenado por homicidio alguno. Más aún, las muertes ocurridas durante las protestas del año 2014 se debieron a la represión del Estado, no al accionar de los estudiantes y jóvenes que manifestaban su disconformidad con un gobierno que sentían (y sienten aún) no solo que no los representa, sino que es altamente negativo para el país, como los hechos hoy en día lo están demostrando.
Esta Ley incluye especialmente a los que han soportado juicios injustos, donde la dama ciega de la justicia no ha sido ciega, sino parcializada por la falta de independencia de los poderes públicos. Juicios en los que jerarcas políticos del gobierno, en un arrebato, ordenan condenar a personas que disienten del régimen, negando toda posibilidad de un juicio justo. Donde la Fiscalía General de la República, la Defensoría del Pueblo y el Tribunal Supremo de Justicia están al servicio del Poder Ejecutivo (además de Concejo Nacional Electoral y la Contraloría General de la República). Donde las pruebas no existen, donde los testigos juran la inocencia y los jueces condenan por delitos inexistentes. Donde las audiencias se difieren y los juicios se demoran para poder mantener privados de libertad a personas respecto de las cuales no hay motivo alguno para su encarcelamiento, todo esto sostenido por los más insignes juristas del país.
Requerimos al gobierno de la República el ejecútese de la “Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional” de la misma forma como el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías y el actual Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, lo solicitaron a la Conferencia Episcopal en el año 1993 cuando el Comandante Hugo Chávez y sus seguidores fueron juzgados por participar en dos golpes de estado contra el gobierno de la República, legítimo y constitucional, democráticamente elegido por el pueblo, ocasionando, siendo ellos directamente responsables de la muerte de más de doscientos venezolanos, algunos asesinados a mansalva, ya que eran personal no combatiente, ni soldados ni policías, sino simples civiles que no tenían posibilidad alguna de defenderse de los insurrectos poderosamente armados con fusiles y ametralladoras.
Nosotros, familiares de los presos políticos de Venezuela, imploramos a Nuestro Señor piedad, conmiseración, por el sufrimiento, tanto de nuestro familiares presos como de nosotros, que estamos tan presos como ellos, que tenemos la dura tarea de apoyarlos y sostenerlos en los malos tratos, hambre, privaciones, humillaciones y vejaciones, en la violación de todos sus derechos humanos, que sufren en las prisiones, soportando nosotros también un trato inhumano, violando leyes internas y tratados internacionales, empezando por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero no es solo el sufrimiento de nosotros y de nuestro familiares presos, el más inhumano de los sufrimientos es el de los niños, que no tienen posibilidad de ver a papá o a mamá, de compartir con ellos en muchos de los casos, en otros (dependiendo de los sitios de reclusión) pueden ver a papá o a mamá, después de ser humillados. Papá o mamá no están para hacer tareas, ir al colegio, ir a las actividades, el fútbol, el beisbol, el ballet, para dormirlos en las noches, para secar las lágrimas de los dolores y las decepciones, para abrazar y festejar las alegrías que están negadas, porque papá o mamá no están.
Los familiares de los presos políticos estamos unidos en nuestro dolor, en nuestra angustia, en nuestra esperanza, en la solidaridad de nuestros vecinos, vecinos que muchas veces no conocíamos, pero que en esta circunstancia fueron verdaderos hermanos en Cristo, que nos hicieron sentir la palabra del Santo Profeta Isaías (51:14) “El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan”. Hermanos que no nos han dejado caer, que nos han puesto su hombro y han tendido su mano para caminar con nosotros este duro camino.
En este momento brilla en nuestro corazones la esperanza, la certeza que la bienaventuranza de Nuestro Señor Jesucristo (Mateo 5:6) “Bienaventurados los que tengan hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” se cumplirá. El lo dijo, El lo prometió y sabemos que así es, que muy pronto abrazaremos a nuestro familiares presos y los niños abrazarán a papá o mamá que regresarán a casa. Las puertas de las celdas se abrirán, como se abrieron para que Pablo fuese liberado.
A pesar de las privaciones y las carencias somos un pueblo de paz y queremos seguirlo siendo, no queremos que un gobierno que desconoce la palabra del Señor nos lleve por el camino de la la violencia. Queremos una reconciliación y una solución sin violencia, como enseñó al mundo uno de los más grandes y admirables hombres, Mahatma Gandhi. Queremos una reconciliación como la logró “Mahidi”, Nelson Mandela, que después de tanto odio y dolor, convirtió a Suráfrica en un solo pueblo, como nosotros siempre lo hemos sido. Queremos ver el día en que los venezolanos que tuvieron que salir huyendo del país por miedo, regresen, porque es el venezolano el más grande recurso que este país tiene y con el que podemos ser un país grande, que nuevamente pueda recibir a todos los hermanos que desean venir en paz a hacer su vida con nosotros, trayendo sus costumbres y creando una sociedad que es en parte venezolana, pero en parte mundial.
Pero no solo queremos una amnistía y reconciliación, queremos también que se constituya la Comisión de la Verdad, pero no una Comisión de la Verdad supeditada al gobierno, sino una Comisión de la Verdad en la que participen las más intachables y confiables organizaciones nacionales e internacionales, de modo que se investigue realmente todo lo sucedido, que se investiguen los asesinatos, las torturas, las privaciones ilegítimas de libertad y los secuestros. Una Comisión de la Verdad cuyas investigaciones sean confiables para todos. Queremos que las víctimas tengan justicia, porque nosotros juramos que todos estos muertos no han muerto en vano.
Esperamos que este sufrimiento sea un recordatorio permanente para nuestro futuros gobernantes para que podamos decir nunca más y que los venezolanos no vuelvan a ser perseguidos por su gobierno por pensar distinto no tengan que huir por miedo.
El Libertador de Venezuela Simón Bolívar quería una América Unida, al igual que el Libertador de Argentina, José de San Martín, y unidos liberaron una gran parte de Latinoamérica. Lo mismo estamos haciendo nosotros, construyendo una Venezuela unida, donde quepamos todos y no seamos juzgados por lo que pensamos, donde se respeten las opiniones, donde nos podamos nutrir de los pensamientos de los otros para crecer, porque Venezuela somos todos unidos y solidarios.
Dios derrame sus bendiciones sobre esta tierra e ilumine y proteja a nuestro hermano Francisco para que por largo tiempo nos pueda guiar y en este momento pueda interceder por nosotros ante Nuestro Señor y ante nuestro gobernantes para que muy pronto se haga justicia.